El Mercado y el Feudalismo

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Introducción

Según el historiador medievalista belga François Louis Ganshof (1895-1980) “los territorios feudales provienen de la fragmentación del imperio carolingio”. Al desaparecer el imperio de los romanos y de los francos de la dinastía Carolingia, los Caballeros poderosamente armados irrumpieron en el amplio territorio sin heredero, principalmente en la franja central europea. La fraccionaron según sus fuerzas y conveniencia. La ocuparon con el fin de explotar la agricultura, ganadería y minería y los derivados de esas actividades, bajo el sistema económico feudal. Las fracciones se llamaron feudos y estos a su vez se dividían en mansos. El Señor feudal mantenía una nómina fija y permanente de trabajadores contratados bajos sus leyes arbitrales. Un régimen de dependencia de vasallaje aceptado por los damnificados del imperio extinguido. Quedar sin trabajo era más dramático que hoy en día. El feudo era un sistema de producción autosustentable con comercio básico al exterior.

La gran población fuera del territorio limítrofe feudal, sin protección, sin leyes ni orden estatal, se atomizó. Sin Estado y sociedad que lo contenga, el individuo arriesgó su vida y bienes en tierra de nadie. Los campesinos de los feudos araban, sembraban y cuidaban las plantaciones, y se encargaban del pastoreo. En la época de cosecha la mano de obra rural era contratada de afuera de los feudos, o sea de las villas y aldeas. Los trabajadores independientes (comparable en la actualidad al trabajador golondrina o bracero mexicano) acudían en masa a los sembradíos que requerían sus servicios y habilidades. Estos trabajadores eran libres porque no pertenecían a ningún feudo y no recibían protección de los guardias del castillo; debían procurarse el sustento diario y ahorrar individualmente para sus futuras necesidades. Los Señores no les daban albergue más allá del tiempo laboral, porque generaban gastos al consumir la producción. Preferían pagarles y que se marchen.

El historiador medievalista austriaco Otto Brunner (1898-1982), define al feudalismo como un fenómeno sucedido en la era de la economía natural. Las personas expulsadas, rechazadas y libres elegían donde ir a trabajar.

Las cosechas en todas partes del mundo tienen una temporada corta (cereales, verduras, vid, frutas de estación, lanas y carnes para tasajo y fiambres, etc.) Se entiende con seguridad que donde la negociación de salarios les favorecía allí acudirían primero. 

El historiador medievalista francés Laurent Feller (1955-Actualidad), expone que los trabajadores independientes preferían realizar tareas para distintos empleadores en tiempos estacionales, porque eran mucho más lucrativo que trabajar por largos periodos de tiempo. La cantidad de demanda de mano de obra especializada temporal, formó el primer “Mercado moderno” y fue Laboral.

El historiador medievalista británico Rodney Howard Hilton (1916-2007), en su obra “Siervos Liberados, los movimientos campesinos medievales y el levantamiento inglés de 1381” manifiesta que “esta nueva legislación prohibía exigir u ofrecer salarios que estuviesen por encima de los aceptados en 1346”; demuestra que el trabajador mejor capacitado ponía su precio.

El historiador medievalista español José María Monsalvo Antón, en su artículo “Los conflictos sociales en la Edad Media” expone que “A pesar de todas estas medidas, el alza de los salarios en el campo no se detuvo”. Esta actividad en forma de servicio laboral fue posible porque cada “feudo” funcionaba como una “Empresa productora Libre”, contratando “Trabajadores Libres”. El Señor feudal, no era más que el patrón de la estancia.

El filósofo español José Ortega y Gasset (1883-1955), escribe que “Ni uno solo de los Señores feudales dejó un tratado sobre problemas políticos”. El rey, que era otro competidor feudal, no contaba con las fuerzas para intervenir en los asuntos privados de los otros Señores. Cada feudo era un Estado separado de otro. Según Ortega y Gasset “El rey que originariamente no era sino el primero entre iguales aspira de continuo a debilitar esta minoría poderosa”. En la época imperial o anterior el territorio, la empresa, y las personas pertenecían al Estado o rey.

En la temprana y alta edad media, la población estaba diezmada por las pestes, las guerras y las hambrunas. En la alta edad media el incremento demográfico fue superlativo gracias a la organización de los feudos y los trabajadores libres que, aumentando la producción, aumentó el consumo, no solo de alimentos, sino también de indumentarias, material bélico y elementos decorativos y de lujo. Por supuesto que la oferta creció, pero la demanda fue superior. La gran cantidad de transacciones comerciales locales y foráneas hizo que los valores de oferta y demandas pudieran compararse unas a otras y buscar un punto de equilibrio de precios para compradores y vendedores e iniciar una economía ordenada. El paso hacia un nuevo estilo de vida fue por la igualdad, al negociar y a la libre competencia. Según la historiadora medievalista británica Justine Firnahaber-Baker, “un posible sinónimo de la libertad parece haber sido la igualdad social”. El fenómeno mercado no fue producto de la sociedad feudal encerrada, que todo le fue conferido, como lo es ahora en una gran empresa – fábrica, donde millones de trabajadores esperan sus salarios pactados por otros, sino del campesino feudal libre, hábil comerciante que negociaba sin temor a cuanto comprar y vender. El jornalero, por estar siempre en inferioridad, aprendió a reconocer su necesidad y descubrir la necesidad del otro. El arte de negociar se culturizó en las sociedades venideras, es fácil ver cómo estas sociedades hacen los mejores negocios con las otras que no tuvieron feudalismo. Antes del auge de la negociación feudal, las condiciones comerciales, la establecía el más fuerte y después, también.



La Idea de Libertad Original

La idea de Libertad no nace de teorías filosóficas medievales, nace del concepto de comercio libre. Antes del feudalismo nadie habló de la libertad individual con tanta insistencia y sabiduría porque no se la conocía. El individuo era el dueño o le pertenecía a otro. La libertad era grupal, se hablaba de una Nación Libre o un pueblo entero. El individuo le debía su vida al Estado. Cuando la protección del orden social y el Estado feudal abandonan al individuo, este se transforma en el primer Adán Libre, sin amo, sin protección, sin leyes, sin religión, sin lugar. Los territorios feudales no eran continuos, entre ellos existían espacios neutrales, terrenos inservibles para sus propósitos económicos. Los Señores tomaron tierra hasta donde ellos podían protegerlas; mantener zonas sin provecho no tenía sentido. El economista alemán Henry Landsberger (1926-2017) sostenía que los jornaleros y villanos sin tierras se agrupaban en pequeñas aldeas, por lo que sería erróneo pensar que cada feudo poseía su aldea. Esos espacios le pertenecían al Rey, a quien poco le importaba como hacían para vivir sus habitantes, mientras le pagasen sus impuestos, y se mantuvieran alejados de la pesca, la cazaran o la extracción de minerales. Las obligaciones sin derechos es la que llevó a alzarse contra la injusticia y cuestionar la autoridad Real; ya que el rey no los protegía del pillaje ni les daba asistencia alimentaria. El rey también los reconocía como gastos innecesarios, sin embargo, en las guerras aplicaban el reclutamiento forzoso.



Las Sociedades Feudales

No hay que confundir la sociedad feudal dentro del feudo, trabajando y viviendo permanentemente en los mansos, con la sociedad feudal fuera del Señorío, donde se forjó la sociedad moderna. Según Ortega y Gasset, “La división de clases en el feudalismo era una cuestión de jerarquías”. Los trabajadores eventuales, contratados por los dueños de las producciones, y los burgueses configuraron las villas, pueblos y ciudades. La sociedad, dentro del límite de protección, no era distinta a las arcaicas monarquías: nobles, religiosos y siervos. El Señor y la iglesia se encargaban de la vida de todos, mientras que los feudatarios solo debían cumplir con el trabajo asignado y estar conforme. La obediencia no era cuestionada ni conocida, eran oprimidos sin entenderlo. El feudalismo, como es explicado por los medievalistas de ninguna manera habría logrado que la sociedad feudal, piense en “libertad e igualdad” si no sabían de qué se trataba.

El habitante del exterior de los feudos no estaba obligado a trabajar, a menos que su necesidad así lo mande. En este periodo nacieron todo tipo de artesanos, instructores y comerciantes libres, que concentraron sus actividades en los burgos o capitales regionales junto a los trabajadores eventuales. El rey cobraba impuestos por el terreno ocupado y el tipo de actividad. Campesinos diligentes lograron extender sus tierras y competir con los feudos. Estos emprendimientos debilitaron a los Señores y beneficiaron a los monarcas. Los desocupados o desamparados que no podían establecerse, vivían alejados en precarias chozas porque deambulaban buscando trabajo, o no querían pagar impuestos. Los territorios feudales eran propiedades privadas con pena de cárcel al que se atrevía a pasar por ellas. El rey mismo debía anunciarse. La sociedad feudal exterior se dividió en nobleza, clero, burguesía, campesinos y desocupados. Los ancianos y lisiados buscaban sustentos en las iglesias, mantenidas por la caridad social y muchas veces por los dueños de los feudos.



El Pensamiento de la Libertad

El territorio de explotación del rey era su feudo y el que no ocupaban los Señores, la población mayoritaria era la que quedó fuera de los feudos. Esta sociedad de campesinos libres, es la que siembra la semilla de Libertad. Según Ortega y Gasset, “El retraso evolutivo de España es porque no ha habido apenas feudalismo”. El español era orgulloso porque nunca pasó la necesidad del feudalismo, España era un feudo fraccionado en mansos desarrollados. El pensamiento nace de la independencia lograda viviendo fuera de los feudos. El individuo, tratando de salvarse como pueda, aprende a valerse por sí mismo, y como individuo tiene un pensamiento propio y capaz de elegir su propio camino, lejos de las imposiciones y enseñanzas grupales en feudos y abadías. Escoge cuándo, dónde y cómo trabajar, también decide si quiere o no pagar impuestos de renta de propiedad. Lo importante del feudalismo en el desarrollo socioeconómico no son los feudos, sino la gente que sobrevivió fuera de ellos.

La Libertad no es una respuesta a la violencia feudal, aunque la violencia contra súbditos y desamparados se ejerció desde el inicio de la humanidad hasta muy entrado el siglo XX. La libertad evoluciona de la Independencia. La voluntad de sobrevivir sin más ayuda que la de sus manos e intelecto lo hace independiente. Si eligió como vivir, es lógico que defienda con ahínco esa forma de vida. A esa defensa de sus ideales se la llamó Libertad.

Los seres humanos nunca experimentaron “la libertad individual” antes del feudalismo y aun después. La filosofía de siempre, interpreta una individualidad holista como parte de un todo libre o justifica la esclavitud del individuo: Platón “El hombre debe regirse por los sistemas jurídicos y políticos”; Agustín de Hipona “La esclavitud es como una relación más entre seres humanos, es preferible al sufrimiento”; Tomás de Aquino “La servidumbre no es natural, pero si es útil para el amo y el esclavo, si lo es”; Jeremy Bentham lo asentía con su “Utilitarismo”; John Locke “La esclavitud es un perdón temporal de la condena a muerte”; Rousseau “El hombre nace libre, pero en todas partes está encadenado”; Kant “El hombre debe regirse por la competencia de la ética”.

El Mercado es lo único “libre” en este mundo, Adam Smith lo descubrió y lo ocultó detrás de la “mano invisible”. Nació del acto volitivo individual del negociante libre en el feudalismo y maduró en el impulso eventual de comprar y vender libremente de la nueva sociedad. Libre es no ser esclavo. Esclavo es el que obedece a otro. Libre es el que no obedece o es el otro. Si los dos son libres no existiría el otro, por lo tanto, no existiría el esclavo. El libre es el que siempre actúa solo.

La libertad no nace del deseo de serlo, sino del deseo de ser independiente, cuando un individuo independiente vende su producto quiere el mayor beneficio al igual que el comprador, en esa transacción, ambos no quieren que nadie interfiera, ya que cada negociante sabe exactamente el valor de compra y venta. Según Rousseau, “la Libertad de uno acaba cuando empieza la libertad de otro”. El valor va mucho más allá de lo monetario. Comprar y vender son como los movimientos en una tabla de ajedrez, la jugada como la operación se verá y entenderá solo en el futuro. Ninguna libertad se goza de inmediato, es un beneficio posterior. El mercado, por lo tanto, con sus negociaciones tiende a igualar los precios justos en el futuro. Eso no significa que no habrá ganadores y perdedores, todo depende de la habilidad de jugar o negociar. El mercado es solo un indicador de valores.



Los Mercados

No existe la “protección del mercado”. Existe “El Mercado” como estructura de la economía. Los mercados controlados o fallidos en la economía son “negocios personalistas” de la monopolización o de un Estado; ambos pretenden que el efecto del negocio sea en el presente, o anular el deseo promoviendo la necesidad. Si controlarlo fuera posible no existirían en el individuo el deseo de acopiar los productos. Por más que se esfuercen en dominarlo, la sociedad tiende a liberarlo.

Afirmar que el mercado sin protección es cruel para los pobres, no es del todo cierto.  Antes del feudalismo organizado, la población crecía y bajaba según las cosechas, pero con la competencia entre Señores feudales y campesinado, no solo se mejoró la tecnología de siembra, sino también la vida de los trabajadores independientes porque su población aumentó en torno a la producción agraria. La abundancia de comida es abundancia de seres vivos, no significa que haga disminuir la pobreza. John Locke decía “que la pobreza crece con el número de nacimientos”. La competencia estimula al mercado consiguiendo mayor calidad y alcance. Lo que hay que proteger e incrementar es la competencia, ya que crea herramientas para mejorar la eficiencia económica.

El libre mercado o “mercado del neo feudalismo” que, en nombre de la libertad de comercio, delimitan territorios de negociación a voluntad y con la superexplotación de recursos no dejan espacios libres para que los pequeños campesinos y productores independientes puedan desarrollarse. Decir libre mercado, provoca en el individuo negociante una sensación de seguridad que su operación es la correcta. Es un término usado para distraer a las economías débiles. No existe el libre mercado, es solo mercado.

La libertad del individuo desapareció por dos causas: Primero: el ser humano es un ser social, Aristóteles decía “El hombre es un animal racional social”, que sin el feudalismo nunca hubiera notado lo que era capaz de hacer individualmente con sus manos libres, su empeño inició la nueva sociedad. Segundo: La aristocracia en el siglo XVII giró hacia el capitalismo, el rey, los señores feudales, los terratenientes y la alta burguesía se pusieron de acuerdo en algo: “donde existe poder solo uno manda”. En Inglaterra, sucede la revolución y el nuevo régimen de El Lord Protector de Cromwell; y el regreso al viejo orden. Finalmente, se convencieron de que la nueva sociedad era parte del poder. En el siglo XVIII, la revolución norteamericana “Queremos elegir que té comprar”, la independencia y el gobierno de los Padres Fundadores sentaron la base de la república federal donde unos cuantos ponían en marcha el camino de la democracia. La revolución francesa, “sino no hay pan, que coman tortas”, la incomprensión y la guillotina, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano instituyó la base de la república centralista y la pelea por quienes podrían votar.

El mercado encabezó las revoluciones y es él quien finalmente vence a todas las formas autoritarias de gobierno desde el siglo XVIII. El individuo social quiere elegir libremente que consumir. La sociedad puede hacer todo tipo de leyes, menos aquellas en la que interfieran con su preferencia y gustos por el consumo.

El individuo independiente del feudalismo, empezó negociando solo productos ineludibles, pero al ganar dinero, más allá de cubrir sus “necesidades básicas”, le nació la sensación del “deseo” por objetos que estuvieron fuera del alcance. Con el libre albedrío toma decisiones personales. Esta nueva demanda abrió las puertas a infinitos negocios. La población acomodada era poca y sus gastos limitados, incluyendo la tacañería. Los individuos de las nuevas sociedades, con dinero en mano, no limitaron sus deseos. Las transacciones comerciales ya no solo giraban en cubrir necesidades, sino también en complacer deseos. Los negocios se multiplicaban todos los días por la creciente población.

Cualquier escuela económica basa sus teorías, disfrazados de conceptos mercantiles mezclados con lo político, en explicar cómo funciona el mercado. En realidad, lo que pretenden es experimentar para dominarlo bajo reglas incomprensibles para el desarrollo mercantil. El mercado es una simple consecuencia natural del individuo libre, sin reglas ni idiomas. Lo natural no puede ser dominado, solo hay que acompañarlo. El mercado no tiene un dueño, pues todos lo somos. Si el mundo alguna vez se unifica, será por el Mercado.



Bibliografía:

Feller, Laurent. Campesinos y Señores en la Edad Media. Universidad de Valencia. 2015.

Ganshof, François Louis. El Feudalismo. Ediciones Ariel. Barcelona. España. 1963.

Landsberger, Henry (Editor). Rebelión campesina y cambio social. Editorial CRÍTICA. Barcelona. España. 1978.

Monsalvo Antón, José María. Los conflictos sociales en la Edad Media. Revista Medievalismo N°27. Universidad de Murcia. España. 2017. Págs. 385-388.

Solalinde, Jesusa Alfao. Las Ideas de Ortega y Gasset sobre la Edad Media. Filosofía y Letras N°3, julio-septiembre. Revista de la Facultad de Filosofía y Letras. Universidad Nacional Autónoma de México. 1941. Págs. 88-116.

Firnhaber Baker, Justine. Dos tipos de Libertad: lenguaje y práctica en las revueltas rurales de finales de la Edad Media. Edad Media Revistas Volumen 21. Instituto de Estudios Medievales St Andrews. Universidad de Saint Andrews. Escocia. Reino Unido. 2020. Págs. 113-152.

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