¿Qué es escritura?
La escritura es la imagen de las palabras ideadas para transmitir información y mantener relaciones. El sistema de escritura aparece hace unos cinco mil años en el Asia Menor, después de la evolución de símbolos y dibujos en logo gráficos, el desarrollo de la escritura continuó, hasta que los griegos inventan el alfabeto. ¿Pero de dónde proviene el saber de saberes?
Al humano desde pequeño le fascina tomar objetos que produzcan marcas, como lápices o crayones. La inquietud de marcar lo que está a su alcance le surge todo el tiempo; hace rayas, intenta dibujar y generalmente realiza garabatos. Quizás sea una forma de manifestar lo que ve. La propensión a estampar parece provenir de una descarga emocional mecánica, una actitud que nos acompaña toda la vida. Cada vez que tomamos un bolígrafo y tenemos una superficie apta, no podemos evitar escribir, hacer dibujos, o simplemente dejar que la mano guíe el trazo sin la intervención del cerebro.
El Dilema de la Existencia
La ciencia no puede establecer en qué punto exacto de la evolución se les dio a los humanos por dejar rastros de su presencia a través de marcas y grabados. Sin embargo, la ciencia concuerda que hace 50000 años, en todo el mundo, aparecen repentinamente señales de dibujos y grabados en todo tipo de soporte, representaciones simbólicas que hacen suponer que ya disponían de un lenguaje. Palabras guardadas en sus memorias que eran usadas con precisión. El poder de concentración al observar algo nuevo aumentaba la capacidad de retener conocimientos y desarrollar la inventiva.
Según nuestra percepción, para el humano todo tiene que estar estructurado, de esa manera entendemos el fin de nuestra presencia. Nacer, vivir y morir, tres etapas que de la cual solo una podemos explicar (pienso, luego existo). Antes de nacer y luego de morir no pensamos, significa que no existimos como pensador. El fin humano se dividen en dos, en los que buscan satisfacción y en los que buscan eternidad. Los primeros somos la mayoría de los mortales y los segundos no se conforman con esta vida, sin embargo, todos reclamamos nuestro lugar a través del reconocimiento social presente. En las actividades de los segundos están las artes, las ciencias y el liderazgo, ellos buscan el reconocimiento total de la estructura humana, o sea, ser reconocidos antes, durante y después de la vida. En esa búsqueda, descubren que la visión y la audición pueden ser retenidas eternamente en el tiempo, si son grabadas en el soporte correcto. Desde ese momento la existencia, no tiene por qué ser solo un paso por este mundo, también puede permanecer en el pensamiento sin existir.
Dejar marcas y huellas iba más allá de simples expresiones creativas, el ser humano concibió que podía trascender el tiempo. Al observar grabados anteriores se conectaba no solo con el mensaje, también lo hacía con el pensamiento del creador. Allí le nace la idea que él mismo, puede continuar existiendo mientras exista el vínculo universal de atracción entre lo creado y el espectador.
Semiólogos y lingüistas de distintas escuelas discuten si la escritura o el habla fue primero, sin dudas, ambas no pudieron existir en tiempos diferentes. Lo importante es definir que se establece por escritura o que es hablar. Hablar es una comunicación fonética para que otra persona entienda cuáles son sus intenciones y que pretende de ella, esta definición podría establecerse como hablar en la antigüedad; el aporte sustancial del lenguaje es que colabora con la comprensión cognitiva, ayuda a clasificar y jerarquizar su entorno. En cuanto a la escritura, puede decirse que pertenece tanto a lo real (marcas), como al ámbito de lo imaginativo, o sea que la disposición de los signos sugiere: reacción interpretativa, efecto de la concepción propia del presente por entender el pasado.
El Calendario: La Primera Escritura Científica
El humano entendió que su éxito dependía de la acción anticipatoria al hecho natural. La experiencia no podía cubrir el campo preventivo trazado para evitar los verdaderos peligros de la carestía. Concibe que su memoria no retiene tanta información y no le advierte a tiempo, cuál es el orden de actividades a realizar. Distingue en la naturaleza cuatro cambios estacionales en un año y que se suceden perpetuamente. No discierne con sus pensamientos el próximo cambio del clima, pero sí puede hacerlo al observar los movimientos giratorios de las sombras sobre el suelo. Se hace imprescindible saber cuántos días falta para el cambio de estación, de ello depende la celeridad del grupo a buscar provisiones; como la recolección de frutos y a prever el desplazamiento de las manadas. Los animales eran los principales competidores, llegar primero era imperioso. La misma información se usaba para sembrar en el momento adecuado. Esa actividad positiva para que la comunidad se desarrolle exitosamente, dependía de lo grabado o escrito. Los puntos como los equinoccios y solsticios eran la prueba que sus marcas diarias eran fiables. Las primeras escrituras seguramente se referían a los calendarios. Estas escrituras dan inicio no solo a la escritura formal de significar palabras, sino que provoca un sinfín de pensamientos imaginarios de aquellos que leían o interpretaban el calendario, ya que en sus escritos se pueden ver los tiempos del pasado, presente y futuro.
El entusiasmo puesto en la forma de marcar la comunicación eterna, o sea la escritura, no fue transmisible de otros pueblos. Cada una de las civilizaciones desarrollaron sus propias escrituras, un método que les permitía progresar. Por supuesto que algunos prosperaron más que otras, pero fue por la cantidad de recursos u objetos diferentes en sus espacios a los que debían darles un nombre; mayor cantidad, más palabras para aprender. Sin embargo, al pasar el tiempo, las palabras escritas con conocimientos debían ser resguardadas y preservadas para un grupo selecto de la comunidad (en nuestro tiempo el “latín” es el idioma de la ciencia) la ciencia proveía los números y las artes inventaban las palabras escritas.
La ciencia, conocida las estaciones, divide al año en cuatro y descubriendo que los cambios lunares influyen en el comportamiento de la naturaleza, se ve en la necesidad de compaginar las cuatro fases del satélite. El cardumen, los frutos, las manadas, se presentan en una determinada estación, pero en una fase lunar particular. La Luna cambia aproximadamente cada siete días, sin repetir los mismos días del año, o sea que dos días después del Equinoccio de otoño podía caer en Luna Nueva, y en otro año en Cuarto Menguante. Grabar toda la información reiterativa y cíclica no podía hacerlo sino en un círculo: 4 estaciones, 7 días de la Luna. Lo que en realidad hacía era “contar espacios” o sea, estaba aprendiendo aritmética y geometría. Inventa el calendario y en él descubre los “números”, un dato fundamental para ordenar sus actividades y controlar cantidades. Aprendió a dividir antes que multiplicar. En las sociedades minúsculas de todos los tiempos, todo lo recolectado se junta y luego se reparte equitativamente, ley básica y universal para mantener al grupo unido en paz; con este sistema de reparto no solo sabía contar el que repartía, también debía hacerlo el que recibía. Unos pocos podían leer y escribir, pero todos sabían contar y dividir, hacerlo era tan necesario como la comida misma.
La Escritura Religiosa
En todas las culturas hay una coincidencia con respecto a la evolución en la forma de pensar sus pasados. El calendario, la primera escritura, tenía su origen en el cielo, en él los astros y las estrellas parecen tener vida. Lo que allí sucedía repercutía en la tierra con sus efectos climáticos. Por sus deducciones suponían que sus orígenes tendrían que ser en el firmamento. De manera que después de escribir el calendario, un regalo de los dioses, era un deber escribir la historia y descripción de sus poderosos antepasados. Seres sabios y fuertes, provenientes del espacio sideral, mezclados con los humanos ignorantes de la tierra, produjo la raza humana inteligente con derecho a conquistar el mundo. No estamos hablando de una cultura o pueblo particular, sino de cientos que lograron pasar de la escritura del calendario a la escritura de sus religiones. Este pensamiento de las antiguas civilizaciones no es más que la evolución del habla y la imaginación religiosa plasmada en la escritura. El fin luego fue diverso, pero al inicio, fue simplemente conservar sus identidades tradicionales que los distinguiera de las otras culturas.
La coincidencia en la necesidad básica de agua y alimentos, les hizo desarrollar primero el calendario y luego la religión. La codificación del calendario respondía a la necesidad de ocultarlo de otros pueblos competidores. El éxito dependía de mantener en secreto toda la información con respecto a siembra, cosecha, recolección, caza y pesca. En cuanto a la religión, fueron más abiertos a la hora de presentar con orgullo a sus supuestos antepasados. Se puede observar y entender con facilidad sus grabados, nos sorprende las riquezas de sus historias y la variedad de dioses llenos de hazañas y sabiduría, superior a lo que un ser humano normal podría lograr. Toda esa historia, en definitiva, sus historias, valían la pena esforzarse en darle a conocer a sus descendencias o a quien en el futuro llegase a descubrir que alguna vez ellos existieron. La religión perfeccionó la escritura, de alguna manera todos queremos ser recordados y que mejor explicar quiénes somos y de donde vinimos.
Podemos saber casi todo de su religión, pero muy poco de sus ciencias.
Arte Rupestre: Antecesor o Coexistente a la Escritura
En las conocidas representaciones del arte rupestre, hay que separar el arte como expresión del sentimiento interior del artista, con las representaciones informativas que posteriormente se usaban como guías.
El arte rupestre data de hace más de 200000 años, arcos y líneas grabadas se encontraron en una cueva de la India. En el paleolítico medio (entre 30000 años y 150000 años de antigüedad) aparecen grabados en huesos, marfiles y piedras con figuras geométricas y líneas rectas y en zigzag. En cuanto a las figuras hechas con pinturas, se usan en todo el mundo el ocre y el sílex, minerales que mantuvieron el color y pudieron preservar el dibujo. Suponemos que la mayoría del arte pictórico desapareció por el paso del tiempo, ya que usaban sangre, carbón y pinturas fácilmente obtenidas de las plantas.
Y es con el carbón, tanto mineral como vegetal que la humanidad aprendió a dibujar y escribir. Dos motivos indican que así fue, es un material que acompañó a los humanos desde que lo son, y lo fácil que es usarlo sobre cualquier superficie dura. El fuego producía gran cantidad de brasas que, luego apagadas, abundaban diseminados por donde los humanos vivían o en los asentamientos transitorios. Los adultos lo usaban para marcar datos, señalizar peligro, pertenencia o registros de los días de recolección, caza y pesca. No es imaginable el progreso de una comunidad saliendo al azar a juntar frutas o cazar. Pero lo más importante del carbón fue que los niños de corta edad, podían utilizarlo todo el tiempo; basta imaginar la similitud de una criatura de dos o tres años, apenas caminando, con una tiza marcando las paredes de una casa moderna y otra haciendo lo mismo en las piedras o en las paredes rocosas de una caverna con un pedacito de carbón. Los niños no fueron solo sujetos de aprendizaje, sino sujetos de conocimiento, tratando de asimilar informaciones a través de la actividad mano-cerebro. No es de extrañar entonces que los adultos, sujetos activos de su propio conocimiento, pudieran pintar o grabar con mayor destreza sobre cualquier superficie, sin tener que esperar un maestro que les enseñe. La repetición de dibujos y símbolos de sus padres y abuelos les fue confiriendo una identidad a través de señales particulares de cada pueblo. Posiblemente, a medida que iban captando los distintos sonidos de la voz, aprendido de los sonidos de la naturaleza (aún hoy en día los pueblos en las selvas nombran a las aves de acuerdo a sus cantos) agregaban más palabras a sus escasos vocabularios. Si aumentaban las palabras debían inventar los símbolos correspondientes, es entendible que la mayoría solo hayan aprendido a usar las palabras fonéticamente.
La práctica de grabar, dibujar y pintar corría por carriles diferentes, tales actividades pueden desarrollarlos todos, pero no todos pueden ser hábiles en las tres empresas. El conocimiento se adquiría por medio de la reproducción. Experimentar con los objetos les hacían comprender sus propiedades. Desarrollan sistemas de hipótesis para que los datos los lleven a encontrar coherencia. Mientras más dedicación a una determinada actividad, aumentaba la habilidad para lograr mejores trabajos. La elección del soporte, el uso y optimización de las herramientas, más el conocimiento y búsqueda de mejores pinturas que no destiñan fácilmente, mantenía separados a los artistas, porque cada arte usaba elementos diferentes. De todas maneras, el oficio de los artistas era representar símbolos comunicativos, de los cuales surgió la escritura como una más de sus manifestaciones, otorgando variedad a las prácticas sociales y culturales.
El Mensaje
La escritura se incrementa por la necesidad de enviar mensajes a lugares distantes. Una nación se componía de varias familias viviendo alejadas unas de otras. Los recursos no brotan en un solo lugar, así que la explotación natural o artificial como la siembra o cría de ganados los hacía rotar o alejarse cada vez más. La incomunicación se tornó en un dilema insalvable para la unión nacional, tanto en tiempos de paz como de conflictos. El descubrimiento de recursos o la invasión de otros pueblos debía comunicarse de inmediato. Los mensajeros orales podían equivocarse en cuanto a la solicitud requerida o en cuanto a la respuesta, un mensaje escrito daba la garantía de una comunicación fidedigna. La función de la escritura había alcanzado el grado de necesidad, colaborando con la organización social. El cuero o planchas de madera fueron los soportes donde se escribieron los primeros mensajes. Las tablas de arcilla grabadas aparecieron después y cumplían una función distinta a los del mensaje.
En cuanto a sus escrituras, solo podemos suponer que eran líneas y signos geométricos asociados con dibujos, ya que solo logramos reconocer, como escritura, a aquellos signos que contienen un sentido fonético, la combinación de ellos. Aunque encontrásemos aquellos soportes, sería imposible descifrarlos. No sabemos nada de sus formas de leerlas, pero sí estamos convencidos de que los mensajes existían. Por ejemplo, se dice que los incas enviaban mensajes en cuerdas de colores, en ellas la cantidad y las formas de los nudos indicaban el contenido; la carencia en la variedad de objetos les limitó el vocabulario y por la tanto no necesitaban una variedad de palabras escritas o anudadas. Sin embargo, los “kipus” parecen no ser mensajes, sino un rendimiento de cuentas. En la cuerda extendida, ataban cuerdas colgantes en las que hacían distintas cantidades de nudos, como si cada uno de ellos representaría una tarea cumplida. La teoría se basa en que los incas eran muy exigentes en el control de los impuestos; algo normal en cualquier imperio que se precie.
Los dibujos tenían un carácter de deseo, más que la representación de un hecho, se nota porque en muchos de los dibujos y grabados se manifiesta el sexo como motivo o acompaña al motivo, también se ve al humano venciendo la adversidad representada en animales que huyen y bestias amenazadoras o el peligro de enfrentar al clima devastador. Ahora bien, las figuras, sean cual fuere el propósito de hacerlas, indicaban un pedido de realización en el futuro. Aquí nuevamente aparece el mensaje. El mensaje talvez hacia los dioses, o alguna entidad sobrenatural dueña de los animales y a los astros promotores de los fenómenos como la lluvia, nieve, granizo, el viento o rayos. Elementos poderosos que les causaba miedo y admiración a la vez, que, si lograban amigarse con ellos por medio de las representaciones pictóricas, conseguirían que ayuden a cumplir con sus deseos.
Constantemente hasta nuestra actualidad, enviar mensajes de todo tipo parece ser el deporte predilecto de las sociedades. Cada vez que se escribe un libro, se pinta un cuadro o se hace una película, la obra consta de muchos mensajes evidentes y otros ocultos del saber común. Si hablamos de una generalidad, el mensaje parece ser lo más importante de nuestras vidas. Las distintas tribus del mundo lo practicaban permanentemente, tambores, señales de humo, espejos, fuegos en la oscuridad; o los evidentes pedidos milagrosos a través de intermediarios a los dioses. Hacer conocer nuestras inquietudes, aunque nadie nos la pida, es una forma de decirle al mundo que existimos. Sin dudas que el mensaje lo más explícito posible fue lo que movió a escribir.
La Comunicación
Evidentemente, existieron tres etapas en la comunicación humana. Primero, la comunicación No Verbal: miradas, gesticulaciones, movimientos y posturas corporales son signos universales que los humanos comprenden al estar intrínsecamente ligados por una raíz biológica y anatómica. Segundo, el Lenguaje Oral: sonidos particulares, de una región o grupo, que acompañan a la palabra. Tercero, el Lenguaje Escrito: capacidad de expresión y comprensión de símbolos dibujados con un sistema propio de codificación.
La relación social o grupal se mantiene firme con la comunicación, a través de las expresiones. Primero miraban los movimientos del emisor y luego comenzaron a oír sus palabras, estas expresiones eran comprendidas por qué tanto emisor como receptor estaban presentes en el proceso comunicacional, una conexión que mantenía al grupo unido.
El desarrollo humano llevó a que la comunicación no baste ejercerla de persona a persona, fue necesario y urgente transmitir ideas y pensamientos a otra distancia. Habían aprendido a hablar, al nombrar objetos y luego a hacer dibujos de ellos (escribir). Gracias a la imitación de movimientos y reproducir los sonidos de la naturaleza, los llevó a inventar nuevos sonidos o palabras. Por ejemplo, si dibujaban un mamut hacían el bramido e imitaban el movimiento de la bestia, lo mismo sucedía con todos los dibujos; de esta forma se hacía fácil identificar y relacionar al objeto-signo haciendo el sonido.
La escritura y el habla no evolucionaron hasta que se hizo necesario crear símbolos para representar a aquello que está presente, pero no se ve ni se escucha. Acciones y pasiones que formaban parte de sus vidas, como la muerte, amigo, novia, amor, odio, ayuda, peligro, enfermedad, hambre, enemigo, no, sí, etc.; cosas que debían representarse con sonidos nuevos, porque estaban en la misma categoría de los objetos concretos al momento de definir lo prioritario para la comunidad. A la vez que se perfeccionaba la escritura, la conversación se hacía fluida. Por ejemplo, el valor de enviar mensajes escritos con precisión como “no muerte” o “si enemigo”, era de vital importancia para la comunidad y se hacía combinando símbolos.
Un símbolo corriente que represente al “amor” o al “tiempo” cualquier persona en la actualidad podría reconocerlo, pero son pocas o ninguna quien pueda explicar con palabras precisas su verdadero significado. Cuando se enviaba un mensaje, los símbolos eran de fácil entendimiento, pero de difícil explicación para el mensajero con palabras. Lo que entendemos es que no sobraban las palabras, pero sí el conocimiento de abundantes cosas tangibles e intangibles sin nombres. El gran problema de explicar que es amor o tiempo, es la gran cantidad de palabras que tenemos que emitir y esperar que el receptor las pueda entender todas. Pero, si dibujamos un corazón o un reloj, el problema se disipa al instante. La simplificación conducía a facilitar la comprensión de la urgencia. De este modo la escritura simbólica adquiere una regla propia, la aplicación y comprensión deja de ser un pasatiempo social para ser una responsabilidad del grupo humano.
Los mensajes nunca estuvieron codificados (para eso tendrían que saber leer y escribir bien) siempre fueron simbolizados.